domingo, 8 de abril de 2007

Una sola demanda (parte 2)


"Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová y para inquirir en su templo" (Salmo 27:4b)


Siendo niño me gustaba hacer muchas preguntas a mi mamá. Recuerdo que cada vez que salíamos de compras y andábamos en micro, me dedicaba a ver las señaléticas del tránsito y cada detalle de las aceras por las cuales transitábamos. Preguntaba todo y a todos, hasta que alguien se hastiaba de mí y me decía: "Ya basta!!"


Inquirir es indagar hasta descubrir las respuestas a nuestras preguntas. Investigar hasta el último detalle. Algo en el versículo me dice que David buscaba eso en Dios...

Vimos en la enseñanza anterior que David no tenía puesta su mirada en sus enemigos, sino en conocer más a Dios y profundizar su relación con Él. Existía un interés de conocer más e indagar en la personalidad de Dios. Pero, ¿qué generaba ese interés tan grande y esa inversión de tiempo para contemplar a Dios y hacerle un sinfín de preguntas?


1) David quería estar todos los días en la casa de Dios: La morada de Dios está abierta para todos y existe un rincón de ella para que sea ocupada por cada uno de nosotros. Dios espera compartir sus más íntimos secretos con nosotros. Sólo en su casa podemos hacerle preguntas y también responder a las suyas.


2) Contemplar la hermosura de Jehová: ¿Cómo es Dios? ¿Qué cualidades nos han robado el corazón? Existen pequeños detalles de Dios que cada uno debe descubrir en su relación personal. Esos detalles inquietan en nosotros una sencilla, pero a la vez profunda adoración hacia Él. Sólo pequeños detalles hacen de las relaciones tan distintas unas de otras. Esta no es la excepción: sólo que esta relación es incondicional.

David anhelaba ver el rostro de Dios: sus ojos, su boca, sus facciones... Muchas veces sólo eso bastaría para terminar nuevamente sensibilizados a su voz, sin embargo existe algo más allá de contemplar, y eso es inquirir.

3) La confianza en Dios permite que llegue un momento en que nuestro anhelo sólo es profundizar más en su conocimiento. Cuando algo nos interesa mucho, tendemos a hacer muchas preguntas para lograr extraer la mayor cantidad de información. La ciencia a través de los siglos se ha basado en eso para obtener sus mayores logros.

No tenga miedo de acercarse a Dios e indagar más en conocerle.

La adoración a Dios genera una suerte de relación de amor muy profunda. Nótese la forma en que David expone su demanda: contemplar la hermosura de Dios e inquirir para conocerle más. El producto final de todo esto es una cosa: terminaremos enamorados de Él.