sábado, 1 de septiembre de 2007



Muchas veces pensé que Dios se levantaba de mal humor y que cierto día me castigaría por alguna mala acción, por alguna torpeza o algún fracaso. En otras ocasiones Dios era todo lo bueno que yo quería. Y viviendo en esa dualidad cualquier relación no trae buenos frutos...

¿Acaso digo que Dios aprueba mis errores? De ninguna manera. Él lo ve y también tiene algo que decir respecto de eso, pero ya no existe la condena, al contrario, existe una nueva oportunidad para todo aquel que lo necesite...



Pero el saber que el Padre está para ayudarme y no para condenarme, también vino con ello un regalo: la alegría. ¿Alguien puede disfrutar de las cosas sencillas de la vida? ¿Disfrutar un "te quiero", un beso o un abrazo de un niño? La salvación trae alegría... Pero la alegría debe tener en sí misma una decisión del corazón y no de la mente. La alegría es un fruto que viene de gustar de la presencia de Dios. ¿Cómo se puede adoptar una actitud de alegría si el mundo alrededor muestra confusión y gran dolor..? ¿Cómo se puede despertar en la mañana y sonreír a ese sujeto que en el espejo hace los mismos gestos que yo?



Si puedes sonreírle un segundo y decirle a tu reflejo de ese espejo: "Qué guapo(a) te ves hoy!!!", pienso le has dado un golpe bajo al diablo. Si eres capaz de dar una sonrisa a todo el mundo cuando te hablan, entonces has ganado más que un millón de pesos. Si despiertas en la mañana con aires de querer vivir ese día de manera intensamente, entonces tendrás un banquete diario y todos los días serán tu cumpleaños...



La alegría libera a quienes están oprimidos por enfermedad y dolor. Pero no es un acto, ni tampoco un evento aislado, sino que debe ser una actitud. La alegría que brota de un corazón sincero y que no tiene falsedad, tiene grandes frutos en el resto de la gente. Si eres capaz de partir por estas cosas pequeñas que nadie ve, estoy seguro que más de alguien quedará impactado por esa actitud y habrá una recompensa de parte de Dios.



Estar alegre es distinto a "estar" alegre. Estar alegre es transitorio y muchas veces es la pantalla ocupada para ocultar la pena y depresión que se vive en el interior. Ser alegre está en el alma, se incrusta en los pensamientos y se trasmite hacia el rostro. "El corazón alegre hermosea el rostro"... Las personas más alegres no son las que lo son por fuera, sino las que traen la actitud circulando por sus venas a cada momento.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Carácter conforme a Él (parte 1)

¿Cuántas veces hemos anhelado que la gloria de Dios esté sobre nosotros o el hecho de ver cumplidas las promesas poderosas que el Padre ha puesto en nuestros corazones? Quizás muchas. A mí me ha quitado largas hora de sueño el pensar en lo que Dios hará en mi futuro. Sin embargo, quiero que todos conozcan unas de las piezas más importantes de este rompecabezas. Para muchos será la parte más difícil de hacer calzar, o bien será la más sufrida. No lo sé...

Esta vez me referiré a la lengua. Aquel miembro compuesto de varios pares de músculos (genigloso, faringogloso, hiogloso, etc.), es muchas veces el que más problemas nos trae. Y resulta impresionante que anhelemos que Dios hable a través nuestro, sin embargo no existe el esfuerzo por guardar nuestras palabras de aquello que no conviene.

Me llama la atención que existan personas que hacen alarde de cosas pequeñas, como por ejemplo que a un niño se le caiga un vaso y éste se rompa. Entonces su boca se ve estimulada a decir toda clase de improperios. No digo esto para juzgar a gente que no conoce a Dios, sino más bien a aquellos que, diciendo conocer la verdad, no son capaces de refrenar su lengua. Que llamándose cristianos no disfrutan de las cosas sencillas de la vida. El libro de los proverbios, una y otra vez, dice que el que refrena su lengua es sabio. Incluso dice que el necio, si callare, es contado como prudente.


¿Qué tiene la lengua? Es el instrumento mediante el cual se ve reflejado nuestro corazón. No por nada la Biblia dice: "De la abundancia del corazón habla la boca". Podría decirse que la lengua es la puerta de salida de todo lo que hemos guardado en nuestro interior. Si guardamos odio, entonces nuestra boca no tardará mucho en levantar calumnias y hablar mal de aquella persona hacia la cual guardamos ese sentimiento. O si existe un gozo en nuestro interior, tampoco guardaremos por mucho tiempo eso.


¿Alguno quiere ser usado por Dios? Entonces refrene su lengua de hablar lo que no conviene. Quizás el hablar de cuando se cae un vaso no es algo tan fuerte como una traición o una infidelidad. ¿Qué hacer con eso? Callar. Mientras más callas, Dios te defenderá más. Si crees que con tu boca vas a ganar adeptos, estás muy equivocado. Si callas en cuanto a vergarte o en cuanto a querer hacer algo malo a alguien, entonces ganarás al mayor de los adeptos: a Dios.


Hay que recordar esto: "Mientras más callo, más me defiende el Padre, porque ya no son mis fuerzas o ya no es la verborrea de mi lengua" No no!!!! Es la voz del Padre que decreta los tiempos y las personas. Él ama a los sabios y a los que frente a los angustiadores son capaces de callar. Aunque llores de aflicción por querer hacer algo en venganza contra alguien, tienes la mejor oportunidad de dar en el blanco: en el silencio está la salida...


Que nuestro hablar sea deseando el bien a todos, y con limpieza de corazón. Si alguien se ha enojado contigo respecto de un asunto, y te ignora al pasar o simplemente calumnia tu imagen, puedes dar en el blanco, y hacer lo que el diablo no quiere que hagas: que descanses. Con ello tenemos la batalla ganada y concebiremos frutos de sabiduría y amor...


La lengua tiene el poder de la vida y de la muerte. ¿Qué harás tú con tu boca: sonreír o rechinar los dientes? ¿Crear heridas o sembrar sueños? ¿Tu boca es un manantial que da vida a otros? ¿Quieres que Dios te use? Entonces tu arma en medio de los conflictos es el silencio. Dios defiende a los que le temen, y cuida cada uno de sus pasos.


Continuará...

martes, 24 de julio de 2007

Sanando la mentalidad de culpa y castigo

Parte 1: - Hermanos!!!! Ustedes tienen que dedicar tiempo a la oración. Ustedes deben ayunar, porque la palabra lo dice!!! Ustedes no deben pecar!!! Deben comportarse como nuestro Señor.

Parte 2: Cuando mi hermana menor hace alguna travesura y alguien termina llorando, ella siempre parte a esconderse bajo la mesa, para huir de las miradas de condenación de todos. La mesa es, a veces, su escudo para que mi mamá no logre retarla por lo que había hecho...
Hay veces en que he ido a ver qué hace mientras está escondida debajo de la mesa, y su rostro es de mucha tristeza. Es como si supiera lo que hizo, pero a vez siente temor de que la puedan agredir con algún castigo...


Hace un par de años mi conversación con Dios siempre partía con peticiones de perdón y con expresiones como: "Soy tan débil", "No entiendo por qué actúo así", "Por qué nada me resulta??". Todavía recuerdo que cada vez que no lograba algo, todos los dardos en mi mente iban contra mí mismo. "No oraste lo suficiente", "te quedaste dormido y por eso no resultó". Ahora recuerdo eso y me produce una sensación de extrañeza: ¿qué bicho raro es capaz de orar así? Lamentablemente son muchos los "bichos" que oran así. No quiero decir con esto que no haya que pedir perdón; lo que quiero decir es que el centro de todo no es nuestra imperfección... el centro está en lo que trataré a continuación:


- Esfuerzo v/s resultados: Nuestra mente exige que nuestros esfuerzos sean consecuentes con nuestros resultados. Esa relación causa-efecto causa pensamientos de frustración y desgano... "Me esforcé tanto y nada...." "Lo di todo y no conseguí ningún aporte..." La culpa corroe los sueños y termina como tapar los resultados positivos.

- Síndrome de perfección: Hay quienes intentan hacerlo todo bien para que Dios "se agrade", o bien para que todo salga como se tenía planeado. Siempre hay que ser excelentes, pero debemos entender que muchas circucunstancias no dependen de nosotros. El Padre espera la sencillez del que da lo mejor en todo.

- En el castigo no hay destrucción: "Los castigos ejemplares" muchas veces terminan por traumar a los niños, más allá de corregirlos.

- Incondicionalidad de Dios: Esto es lo que me abrió la mente y me sigue sorprendiendo. Yo pensaba que Dios era bueno para castigar y a habían días que me levantaba pensando que por mis errores Dios me castigaría (suena chistoso pero es así). Vi como ese "tienes que" se transformaba en un "te invito a". Que no vengan con cuentos!!!! Nadie puede hacer nada para ganarse el corazón de Dios!!! Ni siquiera mil horas de oración lo lograrían. ¿Hasta cuándo pensaremos que el amor de Dios se basa en nuestros esfuerzos..? ¿Hasta cuándo...? Su amor no conlleva temor, porque el temor lleva en sí castigo...
A veces me veo como mi hermana pequeña, tratando de esconderme del castigo de Dios a través de acciones que intenten "agradarle". Pero también veo cuando Dios levanta el mantel para ver mi rostro y hacerme ver que sus brazos siguen tan abiertos como siempre...

- Libertad: Si te basas en el "tienes que" pasarás tu vida intentando elaborar estrategias que logren sanar tu conciencia, pero si tienes un par de lentes espirituales podrás ver más claramente que para entrar a la casa de Dios el único requisito es tener un corazón humilde.


LA INTIMIDAD TRAE REVELACIÓN; LA REVELACIÓN TRAE TRANSFORMACIÓN; LA TRANSFOMACIÓN TRAERÁ UNA ACCIÓN

sábado, 30 de junio de 2007

La espera que desespera


Su cuerpo arrugado y vejado por el tiempo daban cuenta de sus edad. Sus ojos trémulos y sus lánguidos movimientos lo caracterizaban. Ya era de edad avanzada... Pero estaba pensativo, tal como en su juventud. Cada día, al voltearse en la cama, y ver a su esposa acostada durmiendo, le venían a la mente muchas preguntas acerca de lo sucedido hacía ya mucho tiempo.
Esa mañana se levantó dándose cuenta que la promesa se había tardado bastante; ya habían pasado más de diez años esperándola.

La urgencia fue tal que preguntaba cada día a su esposa: ¿Has sentido algo extraño en el estómago? ¿Algún dolor de cabeza, náuseas, vómitos? Pero ella lo negaba... En esos momentos Abraham la miraba y al ver su rostro alicaído por los años anhelaba ver su sueño cumplido.
Esa mañana recordó el preciso momento en que Dios le prometió un hijo. "Pero, ¿cómo tendré yo un hijo, Señor?... Eso es imposible!!". Los cielos callaron ante esa pregunta, mientras se oía un viento recio golpeando sus mejillas. Recordaba también que Sara se había reído de aquella hermosa fantasía de tener un hijo en su vejez.

Ya habían pasado bastantes años... Imagino a Sara y Abraham sentados a la mesa cada día y preguntándose cuándo llegaría el esperado bebé.


¿Qué sucede cuándo la solución a las cosas pasa por seguir esperando sin ver nada bueno a nuestro alrededor?¿Qué sucede cuándo los planes de Dios se ven detenidos y atrofiados por las circunstancias? O peor... ¿qué pasa cuando creemos que lo peor en nuestras vidas ya pasó y viene algo más malo? Pareciera que en esos momentos los cielos también están callados y cerrados para nosotros. Pareciera que el Padre que un día se nos dio a conocer, de pronto se hubiera ido de viaje sin avisar o que las oraciones simplemente no son escuchadas.
Cuesta esperar... Cuesta no ponerse ansioso... Cuesta seguir avanzando... Son tiempos de desierto en que no vemos más que arena a nuetro alrededor y vemos el sufrimiento. Pero estoy convencido que más allá de los problemas, dolor y sufrimientos, Dios tiene todo un sueño con nuestras vidas. Tiene todo un plan conmigo... Y dentro de ese plan está incluido el dolor.

Pero, ¿cómo se puede concebir un Dios que es en su totalidad bueno y que permita que nos pasen cosas malas? Y yo respondo con otra pregunta: ¿Cómo sabrás de manera personal que Dios es poderoso, si no lo ves actuar en medio de las circunstancias imposibles de solucionar? ¿O cómo dirás que Dios es tu alegría si no has pasado un tiempo de tristeza y Él haya puesto sobre ti Su mano?
Hay veces en que ya no sé qué plan aplicar para solucionar las cosas, cuando éstas escapan de mis manos... Y es en ese momento en que me doy cuenta que esperar en Él es lo esencial. Como dijera Joyce Meyer: "Esperar es pasar tiempo con Dios". No significa quedarse de brazos cruzados esperando a que pase algo sorprendente. Significa escuchar Su voz que no nos da la solución, pero sí nos díce: "No temas", "Yo estoy contigo". Ya varias veces dentro de este año he colapsado preguntando a Dios si todo el dolor terminaría... Pero ahí no debe estar mi miarada, sino más bien convencerme que su mano fiel me cubrirá del daño ajeno y me hará soñar mil veces más que ahora.
Cuando estoy desesperado, lo único que atino es a subir a mi pieza o salir a caminar y comenzar a decir a Dios: "Tú eres fiel; nunca me dejarás". En esos momentos estoy solo con él y soy quien verdaderamente soy, sin caretas ni argumentos, con todo lo que tengo... Hasta que me he convencido que nunca me dejará. ¿He dejado de pasar circunstancias difíciles? Para nada. ¿He dejado de llorar? No. Pero sé que Su mano hará un milagro, así que prefiero esperar lo que viene sin mirar atrás. Sé que el Padre me sanará y me consolará. Sé que nunca acortará Su amor para conmigo. Él me lo ha dicho ya... Me lo ha dicho cuando le canto, cuando hablamos en la mañana o en la noche. Me siento amado por Él, aunque las circunstacias sean duras... Siento que siempre hay un lugar para mí en Él, aunque quiera escapar de los problemas y de las personas...
Vale la pena esperar... Vale la pena aguantarse un poquito, para vivir una alegría más grande después. Y sobre todas las cosas, que nazca Isaac en nuestras vidas. Reiremos junto a los nuestros... Sé que sucederá.


Isaac: Risa

lunes, 7 de mayo de 2007

El principio de la renuncia

¿Quién no ha sentido alguna la frustración de saber que se trabajó esforzadamente en un proyecto y éste quedó a medias? Peor aún es darse cuenta que un proyecto quedó a medio terminar y con todos los gastos hechos.
Jesús nos enseña en Lucas 14:25-33 acerca de tomar conciencia de lo que significa seguirle.
"Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo" (v. 26)

,y sigue en el v.28 y 31 con los siguientes ejemplos, respectivamente:
"Porque, ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?"




"O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil?"



Muchas veces, al leer estos ejemplos, ponía mi mirada en lo que implicaba acabar la torre o enfrentar al ejército enemigo. Fui sorprendido cuando entendí uno de los principios más importantes en el reino de Dios. Yo lo llamo "principio de la renuncia".
Es cierto que al comenzar una construcción de una casa, planificamos los gastos de los materiales y la mano de obra. A partir de eso, vemos si podemos dar comienzo a su edificación. Muchas construcciones parten con grandes planos y con proyecciones de ser mega-edificios. Sin embargo, por errores en el camino, la construcción llega hasta la mitad, sin haber quién la termine.

No hace falta solamente tener los recursos ni las capacidades. Hay algo que es más profundo que eso, y es fundamental. ¿Qué parte de mí es la que se involucra en el proyecto iniciado? En otras palabras, ¿cuánto soy capaz de renunciar a mis propios beneficios para que tal proyecto llegue al éxito? Porque una cosa es tener las capacidades, pero otra muy distinta es cuánto soy capaz de salir de mi lugar cómodo y luchar por lo que quiero. Una cosa es sentirse preparado, pero una muy diferente es renunciar a los intereses personales.

De la misma manera, para iniciar un sueño, no se requiere capacidad o preparación para enfrentar las adversidades. Más allá de eso, Dios nos enseña que, para seguirle, lo más importante es dejar de lado nuestros intereses y entregárselos a Él, para que juntos acaben la torre que un día comenzó a ser edificada en nuestras vidas.
Eso es segur a Cristo... Y cuando tenemos un corazón dispuesto a conocerle, Él también nos enseña a renunciar.

domingo, 8 de abril de 2007

Una sola demanda (parte 2)


"Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová y para inquirir en su templo" (Salmo 27:4b)


Siendo niño me gustaba hacer muchas preguntas a mi mamá. Recuerdo que cada vez que salíamos de compras y andábamos en micro, me dedicaba a ver las señaléticas del tránsito y cada detalle de las aceras por las cuales transitábamos. Preguntaba todo y a todos, hasta que alguien se hastiaba de mí y me decía: "Ya basta!!"


Inquirir es indagar hasta descubrir las respuestas a nuestras preguntas. Investigar hasta el último detalle. Algo en el versículo me dice que David buscaba eso en Dios...

Vimos en la enseñanza anterior que David no tenía puesta su mirada en sus enemigos, sino en conocer más a Dios y profundizar su relación con Él. Existía un interés de conocer más e indagar en la personalidad de Dios. Pero, ¿qué generaba ese interés tan grande y esa inversión de tiempo para contemplar a Dios y hacerle un sinfín de preguntas?


1) David quería estar todos los días en la casa de Dios: La morada de Dios está abierta para todos y existe un rincón de ella para que sea ocupada por cada uno de nosotros. Dios espera compartir sus más íntimos secretos con nosotros. Sólo en su casa podemos hacerle preguntas y también responder a las suyas.


2) Contemplar la hermosura de Jehová: ¿Cómo es Dios? ¿Qué cualidades nos han robado el corazón? Existen pequeños detalles de Dios que cada uno debe descubrir en su relación personal. Esos detalles inquietan en nosotros una sencilla, pero a la vez profunda adoración hacia Él. Sólo pequeños detalles hacen de las relaciones tan distintas unas de otras. Esta no es la excepción: sólo que esta relación es incondicional.

David anhelaba ver el rostro de Dios: sus ojos, su boca, sus facciones... Muchas veces sólo eso bastaría para terminar nuevamente sensibilizados a su voz, sin embargo existe algo más allá de contemplar, y eso es inquirir.

3) La confianza en Dios permite que llegue un momento en que nuestro anhelo sólo es profundizar más en su conocimiento. Cuando algo nos interesa mucho, tendemos a hacer muchas preguntas para lograr extraer la mayor cantidad de información. La ciencia a través de los siglos se ha basado en eso para obtener sus mayores logros.

No tenga miedo de acercarse a Dios e indagar más en conocerle.

La adoración a Dios genera una suerte de relación de amor muy profunda. Nótese la forma en que David expone su demanda: contemplar la hermosura de Dios e inquirir para conocerle más. El producto final de todo esto es una cosa: terminaremos enamorados de Él.



martes, 6 de marzo de 2007

Una sola demanda (Parte 1)


"Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.

Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo esteré confiado.

Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo" (Salmo 27:2-4)


David fue un rey que marcó una gran etapa dentro de la historia de Israel y su nombre es recordado y admirado hasta nuestros días. Sin embargo, era un hombre que a lo largo de su vida tuvo que hacer frente a persecusiones, traiciones, hambre, sed, lágrimas, soportando varios años en el desierto, hasta ver el fruto en el reinado que Dios le dio.

Los Salmos son el fiel reflejo de todas las circunstancias que este hombre tuvo que pasar. Pero más allá de todo reconocimiento público, David tenía algo especial. Era algo que no muchos tenían. Él tenía una relación especial con Dios, y había aprendido a conocer lo que le agradaba y desagradaba. David aprendió a adorar...


La adoración no era un simple canto para el salmista. No era un clamor de venganza ni de destrucción por ver a sus enemigos humillados y muertos. Trascendía lo que todo hombre podría demandar en tiempos de persecusión. Nadie que sufre una adversidad comienza a pedir algo que se aleje del problema. Nadie humanamente deja de mirar al enemigo justo cuando éste tiene las armas y el poder para vencernos. Nadie lo hace...


Sin embargo, aquí el salmista nos muestra un nivel superior de adoración. Ese nivel que no sólo consiste en palabras lindas dirigidas a Dios, ni tampoco de una fábrica de canciones bellas dirigidas a alguien que admiramos. Es el nivel de las cosas relevantes... Es el nivel de Dios... Perfectamente David pudo haber demandado que todos sus enemigos fueran vencidos, como lo hace en otros salmos, pero no fue así. Al contrario, dice literalmente "una cosa he demandado a Jehová". " Estar en la casa de Jehová todos los días de mi vida". "Para contemplar la hermosura de Jehová". Uy! Creo que el Espíritu Santo nos da una gran lección en esta hora. No cualquiera toca el corazón de Dios de esa manera, sino aquellos que han decidido amarlo por sobre toda adversidad. Si has decidido eso, pronto también serás guiado a adorar no conforme a lo que sientes sino a lo que crees. Porque la adoración va más allá de lo que entendemos y llega a ser un estilo de vida.


Esta adoración nos trae revelación y la revelación nos trae transformación. Resulta sorprendente, y a veces un poco chistoso, que cuando pasamos mucho tiempo con una persona, sus palabras y expresiones pasan a formar parte de nuestro lenguaje diario. Se nos "pegan" sus dichos... De la misma manera, al pasar tiempo en comunión con el Espíritu Santo, hay una parte de nosotros que cambia, como si se nos "pegaran" las expresiones y palabras de Él.


David era un hombre conforme al corazón de Dios, es decir, moldeado a la forma de Dios. Todo por pasar tiempos con Él !!! Esa fue la única manera de orar pidiendo algo superior, que iba más allá de los enemigos que lo atacaban: él pedía estar en la casa de Jehová y contemplar su hermosura. ¿Deseas eso también?



Continuará...