martes, 6 de marzo de 2007

Una sola demanda (Parte 1)


"Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.

Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo esteré confiado.

Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo" (Salmo 27:2-4)


David fue un rey que marcó una gran etapa dentro de la historia de Israel y su nombre es recordado y admirado hasta nuestros días. Sin embargo, era un hombre que a lo largo de su vida tuvo que hacer frente a persecusiones, traiciones, hambre, sed, lágrimas, soportando varios años en el desierto, hasta ver el fruto en el reinado que Dios le dio.

Los Salmos son el fiel reflejo de todas las circunstancias que este hombre tuvo que pasar. Pero más allá de todo reconocimiento público, David tenía algo especial. Era algo que no muchos tenían. Él tenía una relación especial con Dios, y había aprendido a conocer lo que le agradaba y desagradaba. David aprendió a adorar...


La adoración no era un simple canto para el salmista. No era un clamor de venganza ni de destrucción por ver a sus enemigos humillados y muertos. Trascendía lo que todo hombre podría demandar en tiempos de persecusión. Nadie que sufre una adversidad comienza a pedir algo que se aleje del problema. Nadie humanamente deja de mirar al enemigo justo cuando éste tiene las armas y el poder para vencernos. Nadie lo hace...


Sin embargo, aquí el salmista nos muestra un nivel superior de adoración. Ese nivel que no sólo consiste en palabras lindas dirigidas a Dios, ni tampoco de una fábrica de canciones bellas dirigidas a alguien que admiramos. Es el nivel de las cosas relevantes... Es el nivel de Dios... Perfectamente David pudo haber demandado que todos sus enemigos fueran vencidos, como lo hace en otros salmos, pero no fue así. Al contrario, dice literalmente "una cosa he demandado a Jehová". " Estar en la casa de Jehová todos los días de mi vida". "Para contemplar la hermosura de Jehová". Uy! Creo que el Espíritu Santo nos da una gran lección en esta hora. No cualquiera toca el corazón de Dios de esa manera, sino aquellos que han decidido amarlo por sobre toda adversidad. Si has decidido eso, pronto también serás guiado a adorar no conforme a lo que sientes sino a lo que crees. Porque la adoración va más allá de lo que entendemos y llega a ser un estilo de vida.


Esta adoración nos trae revelación y la revelación nos trae transformación. Resulta sorprendente, y a veces un poco chistoso, que cuando pasamos mucho tiempo con una persona, sus palabras y expresiones pasan a formar parte de nuestro lenguaje diario. Se nos "pegan" sus dichos... De la misma manera, al pasar tiempo en comunión con el Espíritu Santo, hay una parte de nosotros que cambia, como si se nos "pegaran" las expresiones y palabras de Él.


David era un hombre conforme al corazón de Dios, es decir, moldeado a la forma de Dios. Todo por pasar tiempos con Él !!! Esa fue la única manera de orar pidiendo algo superior, que iba más allá de los enemigos que lo atacaban: él pedía estar en la casa de Jehová y contemplar su hermosura. ¿Deseas eso también?



Continuará...

1 comentario:

Guille dijo...

"Yo Soy quién obra en la humanidad. No te afanes por el que hacer, o que decir; Yo Soy quién habla por tí."

Tu único anhelo debe ser ministrarle. Él obra, Él hace.... aún el evangelismo debe quedar relegado a segundo plano cuando se trata de adorar. No porque no tenga importancia, sino dando un paso de confianza; paso con el que decimos "Señor, eres Tú quién obra, no nuestras fuerzas, sino Tu Espíritu" y nos lanzamos en adoración sincera y entregada....

....tal cual lo hiciera David qué, a pesar de estar muchas veces rodeado de enemigos y siendo perseguido, siempre tenía por lo menos unos versos de adoración a su Dios. Y justamente era Dios quién lo libraba de sus males, y no sus esfuerzos o planificaciones.

"¿Hasta cuando no te darás cuenta, oh novia, que Soy Yo quién obra?. Tú preocúpate por seguirme, y Yo velaré por que mi voluntad se establezca."

Es tiempo de entregar todo por Él. Principalmente nuestra voluntad, para hacer lo que Él quiera cuando Él quiera y con las implicancias que Él tenga en su corazón. Aunque parezca ridículo en el momento, será nuestra obediencia lo que permitirá que, por Su gracia, veamos el fruto.